27 de Septiembre
Dia de la Conciencia Ambiental
La nobel que plantaba
árboles
Fallece Wangari Maathai, ecologista keniana y primera mujer africana en ganar el mayor galardón de la paz
La concesión del premio Nobel de la
Paz le pilló trabajando. Era un dia de octubre
de 2004 y para celebrarlo hizo lo que llevaba años alentando -y
realizando-: plantó un árbol. Otro más. Ayer, al despedirse del mundo en un
hospital de Nairobi, quedaban más de 47 millones de árboles plantados gracias a
su impulso. Su herencia incluye también una lección: la lucha por el medio
ambiente es una suma de luchas. Ha muerto Wangari Maathai, la bióloga keniana
que aunó bajo el mismo paraguas el desarrollo sostenible y los derechos
humanos.
"La
paz en la Tierra depende de nuestra capacidad para asegurar el medio
ambiente. Maathai se sitúa al frente de la
lucha en la promoción del desarrollo económico, cultural y ecológicamente viable en
Kenia y en África". Así argumentó el comité del Nobel de la Paz la
concesión la primera a una mujer africana. Al recibirlo en Oslo, la que algunos
autizaron como la mujer árbol lanzó un alegato: "La industria y las
instituciones internacionales deben comprender que la justicia económica, la
equidad y la integridad ecológica valen más que los beneficios a toda
costa".
Wangari Maathai (Ihithe, Kenia,
1940) tuvo una vida muy poco común para una africana de su generación. Aunque
como como casi todas las niñas iba a por agua "muy limpia, no
contaminada", ella logró estudiar. Primero con las monjas. Luego, gracias
a una beca, se licenció en biología en Estados Unidos. Volvió a Kenia con la
independencia recién estrenada e inició una carrera docente que la conduciría
por los peldaños del activismo. La primera doctora universitaria en África del
Este en 1971 comenzó por dar la batalla en defensa de la libertad de cátedra en
un país que se encaminaba hacia el autoritarismo y la corrupción. Recaló en la
Asociación de Mujeres Universitarias, donde amplió su lucha y se lanzó en
contra de la discriminación salarial de las profesoras frente a sus colegas
masculinos. En escalón del feminismo entró en contacto con las mujeres del
campo.
"Hablaban de
cosas que vi relacionadas: inseguridad alimentaria, malnutrición; falta de
agua, de leña y de ingresos",
explicó en 2004. "Yo les dije:
si no tenéis leña, plantad árboles". Corría el año 1977 y surgía el Movimiento cinturon
Verde (GBM, en sus siglas en inglés). Las mujeres empezaban a gestionar
semillas y a plantar árboles. Primero en sus parcelas, luego en los terrenos
públicos con el apoyo y un pequeño pago si el árbol sobrevivía del GBM. Cuando
Wangari recibió el Nobel su movimiento tenía organizados 3.000 viveros,
atendidos por 35.000 mujeres.
La imagen de aquel
arroyo limpio de la infancia siguió siempre en la mente de la bióloga. El paso
del tiempo lo había degradado, pero las cosas no debían seguir yendo a peor.
Las batallas llevaron varias veces a la cárcel a esta activista cuya lucha -y
la de sus miles de seguidores- evitaron que se construyera un rascacielos en el
mayor parque de Nairobi o que se privatizara un espacio natural de la capital
keniana para construir chalés para la gente adinerada. El presidente Daniel
Arap Moi llegó a calificar a esta mujer como una "amenaza para la
seguridad del Estado". Pero el presidente cayó por fin y en 2002, Maathai
fue nombrada viceministra de Medio Ambiente. Era el momento de pasar al otro
lado para esta luchadora que también ocupó un escaño en el Parlamento. Sus
propuestas llegaron a España: en 2008 el PSOE incorporó en su programa
electoral la plantación de un árbol por cada ciudadano.
Un cáncer de ovarios
ha arrebatado la vida a la premio Nobel. Una mujer que tuvo que suportar que en
su sentencia de divorcio el juez la calificara de "cabezota, triunfadora,
con mucho nivel educativo, demasiado fuerte y muy difícil de controlar".
Ella le llamó corrupto y tuvo que dar con sus huesos en la cárcel brevemente
por ello. Pero nunca se rindió ante los abusos. Reflexionaba "La experiencia me ha enseñado que servir a los
otros tiene sus recompensas. Los seres humanos pasamos tanto tiempo acumulando,
pisoteando, negando a otras personas. Y sin embargo, ¿quiénes son los que nos
inspiran incluso después de muertos? Quienes sirvieron a otros que no eran
ellos". Como ella misma.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/nobel/plantaba/arboles/elpepusoc/20110926elpepusoc_1/Tes